A la edad de 13 años comienza a recibir clases de Forja Tradicional, de manos del maestro Efraín, en la Escuela de Artes y Oficios de Ciudad Real, bajo la premisa: “Mis hijos no quieren continuar con el oficio, a mí me viene de generaciones… atrás. Si tú quieres aprender, díselo a tus padres y yo te enseño”.

Aquel maestro puso tanto empeño en enseñarle el oficio que no solo le enseñó a forjar el hierro, si no todas las actitudes que debe tomar alguien para ser un gran maestro.

A la edad de 23 años decide trasladarse a Toledo a trabajar con los últimos herreros que aún continuaban encendiendo sus fraguas, al tiempo que realizaba los cursos de Forja en la Escuela de Artes.

Posteriormente, y tras haber recopilado una amplia biblioteca sobre forja, historia del arte, etc., decide buscar un pueblo abandonado donde, de la forma más económica y en la máxima tranquilidad, poder dedicar las horas al estudio y recuperación de las antiguas técnicas utilizadas por los herreros durante siglos.

Y así se asienta, con 26 años, un puñado de libros y un montón de ilusiones, en el Caserío de San Antonio. Una pequeña pedanía de 15 casas perteneciente a la provincia de Toledo.